La encina en las diferentes culturas
de la antigüedad
Como en las culturas de Grecia, Roma, Normandía, la encina también fue considerada sagrada en Germania, Eslavia, Prusia, Palestina y en otras culturas antiguas.
Dios de la guerra e hijo de Odín, dios supremo de la mitología germana, forjaba los rayos a golpe de martillo en un yunque y los lanzaba a la tierra, donde las encinas, servían de pararrayos, por lo que no faltaba una encina en las casas normandas y germanas para atraer los rayos y evitar los incendios.
Es el dios supremo de la mitología eslava, Europa del este, dios del panteón, del trueno, del rayo y la guerra, se le atribuye la encina, la montaña y el firmamento (en las lenguas indoeuropeas este concepto tenia el sema del cielo de piedra) y el águila, el martillo y la flecha, estaba asociado a las armas de piedra, luego a las de metal.
Tenía a la encina como símbolo y empuñaba una gran masa de madera de una rama de encina.
Kaerques (Celta)
Al llegar los
celtas a Iberia, encontraron grandes bosques, tan densos como oscuros, esto les causaba tal temor, que supusieron estaban habitados por
seres de leyendas: duendes o gnomos que se escondían entre las encinas y ninfas
que habitaban los árboles y que al morir la ninfa, el árbol moría con ellas; las encinas eran sagradas y las ligaron a sus dioses Taranis y Esus, los Celtas veneraban a Dagda y le consagraron la encina y a la que llamaron Kaerques que significa árbol hermoso, era un tótem, un templo donde se reunían los Druidas, sacerdotes celtas cuya palabra significa: los hombres de la encina.
Romowe (Prusia)
Romowe o Romuva era la religión y el lugar de culto.
Kriwe era el sumo sacerdote que vivía en Romuva, que era una gran casa de madera lugar donde había una gran encina, rodeada por piedras alzadas.
Deiwys era su dios principal, representaba al cielo y Perkum era el señor del rayo.
Actualmente se ha activado como una religión étnica parecida al movimiento celtico del oeste de Europa.
La encina es el árbol más abundante de Palestina y por las que los campesinos sienten mayor veneración, de las cuales se cuenta que están habitadas por duendes y otros espíritus (denominados Benat Ya’kob o hijos de Jacob). Determinados árboles del género “Quercus” situados en las montañas, son considerados sagrados.
Estas creencias, han sido practicadas desde épocas anteriores, incluso por encima de las disposiciones de las leyes islámicas.
Tal es así, que se realizan enterramientos a los pies de las encinas, de santones y profetas y donde se construyen sacros espacios, tumbas y nichos o “muzard”.
Existe la leyenda que estos santones vuelven al mundo y en especial a estos lugares, por lo que son referencia de ofrendas y peregrinaciones.
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