Fábulas con las encinas
1.- Zeus y las encinas:
Érase un bosque de añosas encinas preferidas por el hacha de las encinas, que diariamente las derribaban unas a otras, al verse abatidas sin desmayo, las encinas dicidieron hacerles llegar sus quejas a Zeus y asi le dijeron:
- Señor no debiste traernos a este mundo, pués mas que a los demás árboles, nosotros nos hallamos mas expuestas a la voracidad de las hachas de los humanos, auora hasta las aves canoras nos abandonan por temor a morir.
- Zeus movió la cabeza y se pronunció:
- Los motivos de vuetra queja están en ustedes mismos, ¿pues quién les dijo que proveyeran mangos para las hachas de los hombres?
- Además tienen las maderas que mas prefieren los carpineros y agricultores.
Moraleja: quejarse del destino es un feo desatino.
2.- La encina y la caña (Fábula de La Fontaine)
Dijo la encina a la caña:
- Cuanta razón tienes para quejarte de la naturaleza, un pajarillo es para ti un enorme peso, la brisa mas ligera te hace inclinar la cabeza.
- Por el contrario mi copa no solo hace detener los rayos del Sol, sino que también desafia la tempestad, para ti todo es vendaval, para mi suave brisa, si nacieses al abrigo de mi follaje, no padecerías tanto, yo te defendería de la borrasca, pero casi simpre brotas en las húmedas orillas del reino de los vientos ¡injusta a sido contigo la naturaleza!
Respondióle la caña a la encina:
- Tu compasión prueba tu buena naturaleza, pero no te apures, los vientos no son tan temibles para mi com para ti, me inclino y me doblo, pero no me quiebro.
- Hasta el presente has podido resistir las mayores ráfagas sin inclinar el espinazo.
- Pero nadie es dichoso hasta el final.
Apenas terminó de hablar cuando de los confines del horizonte acude el mas temible huracán, la caña se inclina, la encina resiste, el viento redobla sus esfuerzos y tanto redobla sus esfuerzos que lograr vencer y al fin logra sacar de cuajo al árbol de la encina.
Moraleja: Ante la adversidad de los problemas el soberbio cae y el humilde resiste.
3.- El girasol y la encina (José Rosas Moreno)
En un valle delicioso a la luz del Sol naciente alzaba altivo la frente un girasol orgulloso y de allí no muy distante, en esa misma pradera, junto a la verde ribera de un arroyo murmurante una encina se miraba tan pequeña todavía que casí se confundía con la yerba que brotaba.
Contemplola el girasol y extendiendo hojas y flores al recibir los fulgores y las carcias del Sol le dijo con fatuidad:
- ¿Como te llamas vecina?
- Soy el árbol de la encina.
- Me estas causando piedad, tres años llevas de ver la magneficiencia del Sol y no has podido crecer yo nací en la primavera y soy orgullo de la pradera.
Y le contestó la encina:
- No estés tan ufano, hermano, tu no has de ver el otoño, aunque estoy junto al suelo he mirado morir a tu padre ya tu abuelo y cien años pasarán y cuando ya no quede de tu gloria ni la memoria me verán llena de gloria, coronada de verdura y por el viento mecida.
El girasol vanidoso al oir sus palabras no sabiendo que decir permaneció silencioso, al fín el otoño frío con sus rigores llegó y el girasol se inclino triste, marchito y sombrío y al mirarlo agonizante la encina le repetía:
- Gloria alcanzada en un día no dura mas que un instante.
Nota importante: Hay una confusión en cuanto al autor, titulo y versión de la fábula: La encina y la caña y La encina y el junco.
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